¡Bienvenidos!

Muchos de nuestros amigos trabajan, como nosotros, con las palabras. Entre ellos, hay correctores, maestros, profesores, traductores, periodistas, abogados, estudiantes y publicistas que, a veces, nos consultan sobre sus dudas y, a veces, nos transmiten conocimientos que ignorábamos.

Pensando en ese maravilloso intercambio al que nos invita nuestra lengua, decidimos inaugurar este espacio. Sabemos que no es novedoso, pero estamos convencidos de su utilidad (y creemos que nos va a servir a todos).





Mónica Márquez

Gustavo Luchini

21/7/07

Consulta: ¿lívido o libido?

Estas son dos palabras registradas en el DRAE que no deben confundirse, pues cada una tiene diferente significado.
Lívido tiene dos acepciones como adjetivo: una etimológica (‘amoratado’) y otra impuesta por el uso (‘intensamente pálido’). Como vemos, es una palabra esdrújula y se escribe con v: Quedó lívido del susto.
Libido es un sustantivo femenino cuya única acepción corresponde al campo de la psicología y la medicina (‘deseo sexual, considerado por algunos autores como impulso y raíz de las más varias manifestaciones de la actividad psíquica’). Es una palabra grave que se escribe con b: Hoy en día, existen muchos factores que disminuyen la libido.

16/7/07

Cualquiera que sea

Cuando el sintagma cualquiera que sea tiene valor concesivo y equivale a sea cual sea o sea cual fuere, es un error suprimir el que: Cualquiera que sea el problema, encontrarás la solución.

Tilde en las formas verbales con pronombres átonos: deme, estate, mirándolo, etc.

Las formas verbales seguidas de pronombres átonos (me, te, lo, la, los, las, le, les, se, nos, os) se escriben y se pronuncian como una sola palabra. A partir de la última edición publicada de la Ortografía académica (1999), estas palabras se someten como las demás a las reglas de acentuación gráfica del español, sin constituir ninguna excepción. Así, formas como estate, deme, detente o arrepintiose se deben escribir sin tilde por ser palabras llanas terminadas en vocal; formas como riéndonos, míralas, cállate o decídselo se escriben con tilde por ser esdrújulas; y oídle, subíos o sonreírte, por contener hiatos de vocal cerrada tónica y abierta átona (o a la inversa). También las formas del imperativo de segunda persona del singular características del habla de la Argentina, el Paraguay y el Uruguay deben someterse a las reglas de acentuación gráfica del español, tanto si se utilizan seguidas de pronombres átonos como si no. Así, si estas fomas se usan sin pronombre añadido, llevan tilde por tratarse de palabras agudas acabadas en vocal: contá, pensá, mirá, bebé, salí; si se les añade un pronombre, dejan de escribirse con tilde por convertirse en palabras llanas acabadas en vocal o en -s: contame, pensalo, miranos, bebelo, salite (pronunciadas [kontáme, pensálo, mirános, bebélo, salíte]); y si se les añaden dos pronombres, se escriben con tilde por convertirse en palabras esdrújulas: contámela, pensátelo, miránoslos, bebételo.

Fuente: RAE.

13/7/07

Nueva dirección

Gracias, a todos los que respondieron el mail de invitación. Nos sentimos muy halagados y queridos. ¡Gracias, Gabo, por la nueva dirección! Desde ahora, http://www.sinerrores.com.ar/.

11/7/07

Uso incorrecto de la construcción «no» + verbo + «más»

En español, debe evitarse el empleo de la construcción no + verbo + más con el sentido de ‘ya no + verbo’. Uso incorrecto: Los héroes no existen más. Uso correcto: Los héroes ya no existen. Según el Diccionario panhispánico de dudas, esta construcción es, posiblemente, un calco de la construcción italiana non + verbo + più.

9/7/07

Los miles de personas

Como sustantivo, la palabra mil es de género masculino y se usa, en singular, para designar el propio número: Después del novecientos noventa y nueve, viene el mil. En plural significa ‘millares’ y va normalmente seguido de un complemento especificativo introducido por la preposición de: Había miles de personas en la puerta del estadio. Puesto que se trata de un sustantivo masculino, los determinantes que lo acompañen deben ir también en masculino: los miles de personas, unos miles de personas, esos miles de personas (y no las miles de personas, unas miles de personas, esas miles de personas).

Fuente: RAE, Diccionario panhispánico de dudas.

6/7/07

Régimen preposicional del verbo «interferir»

Cuando el verbo interferir está usado como intransitivo, debe ir seguido de la preposición en: Sus problemas personales interfieren en su trabajo. Es un error utilizar la preposición con.

5/7/07

Uso de «mayor» y «menor» en las comparaciones

Lo correcto es utilizar mayor que o mayor de, según el caso. Lo mismo ocurre con menor: Belén es mayor que Isabella; El número de vacantes es menor que otros años; Esa mujer es mucho mayor de lo que me había imaginado. No debe utilizarse en estos casos la preposición a, error muy difundido que se debe, posiblemente, al cruce con superior a e inferior a.

La importancia de ajustarse a la norma

Para inaugurar este espacio, nos referiremos brevemente a la importancia de la norma lingüística.
A simple vista, la afirmación de que ajustarse a la norma es importante puede parecer una perogrullada; sin embargo, lamentablemente, son numerosos los ejemplos que contradicen la idea de que la corrección en el uso del español es algo usual en nuestros días.
Cuando decimos que es necesario ajustarse a la norma lingüística, no estamos propiciando la utilización de un lenguaje acartonado ni pretendemos erigirnos en paladines del idioma: solo estamos defendiendo el mejor instrumento que tenemos para asegurar una comunicación eficaz.
En la sección «Presentación» del Diccionario panhispánico de dudas, leemos:

La norma, que el Diccionario académico define como «conjunto de criterios lingüísticos que regulan el uso considerado recto», no es algo decidido y arbitrariamente impuesto desde arriba: lo que las Academias hacen es registrar el consenso de la comunidad de los hispanohablantes y declarar norma, en el sentido de regla, lo que estos han convertido en hábito de corrección, siguiendo los modelos de la escritura o del habla considerados cultos.


Esos modelos se buscan en el lenguaje utilizado por los «profesionales de la palabra», es decir, entre otros, los escritores, docentes, periodistas, locutores, traductores, publicistas y correctores. Todos los hablantes intervienen en la evolución de la norma; pero nosotros, los que trabajamos con las palabras, tenemos una responsabilidad mayor; por lo tanto, es fundamental que nos expresemos con corrección y evitemos difundir los dislates de quienes solamente pueden pensar en alguna tía lejana cuando se les habla de la norma.